¿Por qué mejor es dar que recibir?
¿Por qué el no ser egoísta, dar de lo que se tiene, expresar verdadero amor es mejor?
¿Por qué hacerle bien a otra persona es testimonio de nuestra fe en Dios?
La respuesta la tiene N.S. Jesucristo y todos sus apóstoles porque al hacerle bien a otro se cumple la regla de oro: “ASÍ QUE TODAS LAS COSAS QUE QUERÁIS QUE LOS HOMBRES HAGAN CON VOSOTROS, ASÍ TAMBIÉN HACED VOSOTROS CON ELLOS, PUESTO ESTO ES LA LEY Y LOS PROFETAS” (San Mateo 7: 12).
Hacerle bien a otro es hacer justicia. Las religiones, muchas veces, se llenan de hipocresía en tanto que construyen grandes catedrales, templos y capillas para llenarlas de procesiones nada más que para insistir en recoger grandes ofrendas y seguir construyendo edificios, “casas sobre casas” (Isaías 5: 8).
El llamado es claro: “¿Con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6: 6-8).
Dice el apóstol San Pablo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20: 35).
El rey sabio Salomón, en su experiencia de gobernar “este pueblo tuyo tan grande” (1 Reyes 3: 9) administró la sabiduría otorgada por Dios para favorecer a los pobres en un negocio directo con la Providencia. Así se expresó: “A Jehová presta el que da al pobre; el bien que ha hecho se lo devolverá” (Prov. 19: 17).
Este conocimiento debe llevarnos a la experiencia de Salomón. No porque en Venezuela existe una revolución social, sino del amor que proviene de Cristo. No de la política, mas sí de la iglesia: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos, y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10: 23-25).
¡MEJOR ES DAR QUE RECIBIR!
¡Claro! Si nuestro negocio es con Dios y con sus pobres ¡ES UN GRAN NEGOCIO!
El Manual de Ayuda Mutua con su sigla MDAM así lo indica y lo demuestra.
MDAM
MDAM nos guía en la construcción de la red social financiera.
Dar dinero para apoyar proyectos sociales, benéficos, deportivos, culturales o científicos es financiar, pero sin utilizar los servicios de la banca privada o pública (Créditos, hipotecas, etc.). Dar dinero sin cobrar intereses porque al utilizar el sencillo programa de Google mail, y Google Sites no requiere empleados. No requiere de una burocracia o de un personal “asalariado” (Juan 10: 10-12).
Nuestra red social financiera rompe el paradigma del empleo y el salario. Hace surgir la igualdad.
Financiar un proyecto desde el punto de vista de nuestra red social financiera solo exige el compromiso de planificar, organizar y poner en marcha la Sala Web Proactiva (SWP).
La SWP es la gran obra personal o colectiva de la iglesia. Es la responsabilidad social que exige el nuevo Estado social y de derecho en Venezuela: “Toda persona tiene el deber de cumplir sus responsabilidades sociales y participar solidariamente en la vida política, civil y comunitaria del país, promoviendo y defendiendo los derechos humanos como fundamento de la convivencia democrática y de la paz social” (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Artículo 132).
La “persona”, según la ley, puede ser jurídica o natural. La iglesia tiene personalidad jurídica y tiene la obligación de planificar obras sociales. Pero la iglesia tiene un grave error: No traslada esa obligación a sus miembros porque insiste en el diezmo para los “asalariados”, y ofrendas de construcción. El error es no haber aceptado el diezmo para los pobres estipulado en la ley de Moisés de Deuteronomio 14.
“El diezmo para los pobres. Deuteronomio 14: 28, 29. Cada año los israelitas presentaban un diezmo de sus productos como ofrenda a Dios. Cada tercer año dicho diezmo era distribuido entre los necesitados. Dios aceptaba estas ofrendas hechas a los pobres como una ofrenda hecha a él. El principio detrás de esta práctica fue vigorosamente expresado en una parábola por Jesús (Mateo 25: 31-46), quien dijo: "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Biblia Devocional de Estudio).
La SWP puede ser una gran obra personal porque quien tenga una o más computadoras en su hogar puede instalar los talleres de la SWP. Solo asistirán diez personas. No más.
Puede ser una gran obra colectiva, y mejor que la personal, si la iglesia acepta el plan y organiza una Fundación.
Recuérdese que la figura mercantil debe ser responsabilidad personal. Ni la iglesia, ni la Fundación generará ganancias personales, pero sí el negocio de cada uno, o las empresas que surjan de las sociedades entre hermanos.
Es el Proyecto Abundancia.
Ayuda mutua solo es posible si se utiliza la figura jurídica de las Cooperativas. La cooperativa exige asociación entre iguales. No existe patrón ni jefes. Todas las demás figuras mercantiles establecen el capitalismo neoliberal. La plusvalía de una persona o grupo sobre los obreros y empleados.
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Como usted puede ver este programa trabaja casi solo. Pero no así la actividad del desarrollo social generado por la SWP. Ella debe llevarnos al negocio propio. A la productividad. Al combate de la escases. A la eliminación de la pobreza. “Para que así no haya en medio de ti mendigo” (Deut. 15: 4).
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